domingo, 27 de diciembre de 2009

Sobre su beatificación...


A los ojos de sus cinco hijas -María, Paulina, Leonia, Celina y Teresa- la causa estaba concluida mucho tiempo antes. Ellas eran el fruto del amor de un santo y una santa, que las habían elevado como el sacerdote eleva la hostia: para ofrecerlas a Dios, pidiéndole que se tome esa ofrenda en perfecta y digna de Él.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Santa Teresita de su padre...


"Lo amé entrañablemente. Mi vida giró en torno a su cariño. Paseaba con él. Iba al río con él. Me enseñaba a pescar. El pescaba con mucha paciencia. Yo no daba nunca con un pez prisionero. Con papá iba a escuchar la música de la banda militar. Y con él iba a misa frecuentemente. Me tomaba de la mano durante la ceremonia. Yo le miraba. Nunca vi a nadie rezar tan profundamente como rezaba él. Cuando escuchaba el sermón del párroco era evidente que le prestaba la atención que se debe prestar a la palabra de Dios. Y cuando sonaba el nombre de Santa Teresa, me decía por lo bajo:”Fíjate, mi reina: están hablando de tu santa patrona”. Un día me llevó también al locutorio del Carmelo. Y me enseñó las rejas de la clausura".

lunes, 7 de diciembre de 2009

Del matrimonio a la gloria...


Se ha puesto de relieve como enaltecen los hijos a los padres, especialmente si los hijos son santos (Bengoechea) y no es de extrañar por aquello del cuarto mandamiento, y la agradecida piedad de sus corazones filiales. Pero en el caso de Luis y Zélie escribe Bengoechea “no han sido solo sus hijas, sino mucha gente y la misma Iglesia quienes los tienen por muy buenos cristianos y hasta dignos de ser elevados a los altares”. Allí estarán sin duda, pues la Iglesia busca ejemplos de vida laica cristiana para ofrecer a sus fieles.