miércoles, 30 de junio de 2010

El punto de Alencon


Fue hacia 1664 cuando comenzó en la Ciudad de Alencon la fabricación de los célebres encajes que toman el nombre de "Punto de Alencon". El ministro hizo traer de Venecia una treintena de hábiles obreras para lanzar la empresa.

El Punto de Alencon se confecciona con hilos de lino de extremada finura sirviéndose de agujas, casi imperceptibles, combinadas con el hilo. Se hace totalmente a mano.

Había en Alencon escuelas profesionales para iniciar a las jóvenes en el trabajo de los distintos puntos. En los pensionados e instituciones se daban cursos con la misma finalidad, a fin de desarrollar esta industria que hacía famosa a la ciudad.

En la dirección de su oficina, Celia Guerin recibía a las obreras, les repartía el trabajo y las controlaba; ella trabajaba personalmente el tul, reparando con gran habilidad los desgarrones que inevitablemente se producían, a lo largo de todas las manipulaciones de las obreras, y reponía si era necesario el ensamblaje.

El papel de Luis Martin era escoger los diseños, que hacía componer con gusto pues era un artista. Para este trabajo precisaba viajar con frecuencia a París, donde se ocupaba igualmente de los suministros y de los encargos que hacían las tiendas. Además se reservaba la perforación de los dibujos en el pergamino, trabajo bastante duro, que se realizaba en un cojín, con agujas especiales.

Una vez casados, Celia transfiere su "oficina" a la casa de su marido. Por su trabajo laborioso, coronado de éxito, se encuentran bastante desahogados económicamente hablando. Luis posee una casa con jardín, aspi como la propiedad llamada "el pabellón"; además de los fondos del comercio de la relojería aporta 11 000 francos (que coresponden a unos 75 000 dólares americanos a principios de 1995). Celia lleva como dote y como fruto de sus ahorros personales alrededor de 5 000 francos.


fuente: therese.com.mx

miércoles, 23 de junio de 2010


El matrimonio es la primera escuela del amor de Dios en la vida de la mayoría de los niños, de los futuros predicadores, como lo fue en el caso del Matrimonio entre los beatos Louis y Zélie Martin, los padres de una Patrona de Misiones, Sta. Teresita de Lisieux, que se casaron en 1858. Fueron el segundo matrimonio beatificado.

Como si la santidad no fuera suficiente, también dieron muestra de “equilibrio psicológico y progreso material” en sus vidas. Afrontaron dificultades como la pérdida de cuatro hijos en la infancia con serenidad y por sus ingresos eran una de las familias más privilegiadas de su ciudad. Falleció la Bta. Zélie en 1877 y el Bto. Martin se mudó a una residencia grande en Lisieux, en la que continuó formando a sus cinco hijas, manteniendo alejada la influencia de su sociedad, y también pudo así llevar a su hija menor a ver al Papa cuando ella quiso hacerse carmelita antes de la edad permitida. Las cinco hijas se consagrarían al Señor a través de la vida religiosa.

Lo que más les distinguía era que Dios formaba parte del Matrimonio, de sus vidas. La ventaja de esto es incalculable y sólo se podrá apreciar bien en la eternidad.


infocatólica.com

miércoles, 16 de junio de 2010


"Ellos no fueron sencillamente instrumentos que transmitieron la fe, como un acueducto que transporta agua, sino que el depositum fidei, el depósito de la fe lo transmitieron y enriquecieron con su experiencia personal de la misma, de la esperanza y de la caridad. No transmitieron la fe como algo tradicional, fragmenta ...rio, sino como algo vivo. La suya no fue una fe como la herencia que dejan los fallecidos y que se recibe después de la muerte ; no, por el bautismo injertaron a sus hijos en la corriente viva y vital de la Iglesia, no sustituyendo a la Iglesia, sino con la Iglesia, y en la Iglesia, con la que colaboraron en armonía perfecta".

Fuente: cardenal José Saraiva Martins

viernes, 11 de junio de 2010


Louis y Zélie realmente se comprometieron en su sacramento del matrimonio para vivir e irradiar el amor de Dios. Busco la unidad de toda la vida, con una fecundidad hermosas. Ponen generosamente al servicio de todos por el bien común en la Iglesia y el mundo, dejando siempre a Dios el único lugar que vale la pena, la primera . Y podemos acabar dejando la palabra al Sr.Martín su conclusión de una carta a su esposa, que expresa maravillosamente la calidad general de relación de los esposos: "Tu marido y verdadero amigo que te quiere de por vida!"

P. Antoine-Marie Leduc, o.c.d.

sábado, 5 de junio de 2010

¿Qué es lo que fascina de los esposos Martin?


Sin duda fascina la valentía de esta familia que, después de diecinueve años de matrimonio, ante la crisis económica que afligía a Francia, queriendo garantizar bienestar y futuro a sus hijos, halló la fuerza de dejar Alençon y trasladarse a Lisieux, como tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo, "emigrantes" en busca de lo que pudiera hacer más bella la vida y concreta la esperanza. Hay una belleza que emana de su trabajo artesanal emprendedor: Luis Martín, como relojero y joyero; y Celia Guérin, como pequeña empresaria de una taller de bordado. Junto con sus cinco hijas, emplearon tiempo y dinero en ayudar a quienes tenían necesidad. Su casa no fue una isla feliz en medio de la miseria, sino un espacio de acogida, comenzando por sus obreros.


El matrimonio Martin nos recuerda que existe una ética que debe imbuir la vida de los empresarios, poniendo en el centro el valor de la persona humana (cf. Populorum progressio, 42-44). Anima su testimonio cristiano de laicos, vivido dentro y fuera de las paredes del hogar, a través de la belleza de su vida, la fascinación de los sentimientos, la transparencia del amor, sabiendo dedicarse tiempo, porque "el amor no es un trabajo para hacer de prisa" (M. Noëlle). El compromiso eclesial de los esposos Martin recuerda que "la futura evangelización depende, en gran parte, de la iglesia doméstica" (Familiaris consortio, 52), y tiene el sabor de la ternura.


Reproducido con autorización de Vatican.va

miércoles, 2 de junio de 2010

Celia...


41 Ante la muerte repentina de su hija Elena a los 5 años y media de edad, escribe: "El caso me hizo una impresión que jamas olvidaré; por mi parte no esperaba este desenlace brusco; ni tampoco mi marido. Cuando entró y vió muerta a su pobrecita hija se echo a llorar, suspirando: '¡Elenita mía! ¡Elenita mía!'. A continuación los dos juntos la ofrecimos a nuestro bondadoso Dios... Antes de enterrarla, pasé la noche junto a ella; estaba más bella muerta que viva. Fui yo quien la amortajé y recliné en la caja; creí entonces que me moría... " (Carta a su hermano y cuñada, 24 feb 1870. citada en E.J. Piat, op.cit., 125.