miércoles, 4 de enero de 2012



Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz describe en las primeras páginas de Historia de un alma la gentileza y alegría de vivir en su vida familiar. Teresita, la doctora más joven de la Iglesia, describía a su familia como la tierra de un jardín, una “tierra santa” donde creció con sus hermanas bajo la hábil y experta orientación de sus incomparables padres. Poco antes de morir le escribió al Padre Bellière: “El Señor me dio un padre y una madre más dignos del Cielo que de la tierra”. Esta profunda convicción de las hijas de los Martin acerca de la santidad de sus padres, la compartían otros miembros de la familia, y muchos más, que se referían a ellos como la santa pareja. Catorce años después de la muerte de Celia, en una carta de 1891, Celina Guérin, su tía, escribió a Teresita, que ya estaba en el Carmelo:

“¡Qué he hecho yo para merecer que el Señor me rodee de tantos corazones amorosos! Sólo he contestado a la última mirada de una madre a la que amé mucho, mucho…”