Los esposos Martín muy pronto comprendieron que el matrimonio es una vocación y un estado de vida que compromete con el mandato misionero de toda la Iglesia. En la familia, en sus leyes y en sus relaciones y acontecimientos, todos los hijos pueden descubrir como una cartilla ilustradas todas las realidades de la vida cristiana. «el hecho de nacer y de ser educados en un hogar formado por unos padres unidos en una fiel alianza, resulta de gran importancia para los hijos» (Juan Pablo II, Carta a las familias, 2 de febrero de 1994, nº15). Celia deseaba tener muchos hijos “para encaminarlos al cielo” (CF 192)
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