sábado, 15 de mayo de 2010


Si la familia Martin confiaba en la Divina Providencia, no fue porque no sabían ganarse la vida a fuerza de sacrificios con el trabajo cotidiano: Luis era muy trabajador y buen negociante (también escrupuloso observador del descanso dominical); Celia destacaba en su capacidad y habilidad en el trabajo, pero también por las virtudes de compasión y solidaridad para con las obreras que trabajaban en su taller (solía visitar a las enfermas en sus casas los domingos) y las chicas que trabajaban en su hogar, (haciendo el trabajo que les tocaba cuando se enfermaban, tratándolas de "hermana", velando por su formación moral...). Y de lo mucho o poco que tenían, los dos estaban siempre prestos a compartir.

fuente: autorescatolicos.org

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