domingo, 27 de diciembre de 2009

Sobre su beatificación...


A los ojos de sus cinco hijas -María, Paulina, Leonia, Celina y Teresa- la causa estaba concluida mucho tiempo antes. Ellas eran el fruto del amor de un santo y una santa, que las habían elevado como el sacerdote eleva la hostia: para ofrecerlas a Dios, pidiéndole que se tome esa ofrenda en perfecta y digna de Él.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Santa Teresita de su padre...


"Lo amé entrañablemente. Mi vida giró en torno a su cariño. Paseaba con él. Iba al río con él. Me enseñaba a pescar. El pescaba con mucha paciencia. Yo no daba nunca con un pez prisionero. Con papá iba a escuchar la música de la banda militar. Y con él iba a misa frecuentemente. Me tomaba de la mano durante la ceremonia. Yo le miraba. Nunca vi a nadie rezar tan profundamente como rezaba él. Cuando escuchaba el sermón del párroco era evidente que le prestaba la atención que se debe prestar a la palabra de Dios. Y cuando sonaba el nombre de Santa Teresa, me decía por lo bajo:”Fíjate, mi reina: están hablando de tu santa patrona”. Un día me llevó también al locutorio del Carmelo. Y me enseñó las rejas de la clausura".

lunes, 7 de diciembre de 2009

Del matrimonio a la gloria...


Se ha puesto de relieve como enaltecen los hijos a los padres, especialmente si los hijos son santos (Bengoechea) y no es de extrañar por aquello del cuarto mandamiento, y la agradecida piedad de sus corazones filiales. Pero en el caso de Luis y Zélie escribe Bengoechea “no han sido solo sus hijas, sino mucha gente y la misma Iglesia quienes los tienen por muy buenos cristianos y hasta dignos de ser elevados a los altares”. Allí estarán sin duda, pues la Iglesia busca ejemplos de vida laica cristiana para ofrecer a sus fieles.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Cartas...


"Querida, no podré llegar a Alençon hasta el lunes; el tiempo se me hace largo; se me retrasa el estar contigo. Inútil decirte que tu carta me produjo gran placer, salvo comprobar que te can­sas tanto. Te recomiendo de veras la calma y la moderación, sobre todo en el trabajo. Tengo ciertos encargos de la Compañía Lyonesa. Pero te lo repito, no te atormentes tanto, que llegare­mos con la ayuda de Dios a hacer una buena casi­ta. He tenido la felicidad de comulgar en Nuestra Señora de las Victorias, que es como un pequeño paraíso en la tierra. Y he encendido un cirio a intención de toda la familia. Os abrazo de todo corazón, en espera de la alegría de reunirnos. Espero que María y Paulina sean bien listas. Tu marido y verdadero amor, que te ama por la vida" (Luis, 8 de octubre de 1863).



"Mi querido Luis. Cuando recibas esta carta, estaré ocupada en arreglar tu establecimiento; no te preocupes; no perderé nada, ni siquiera un viejo cuadradillo, ni un cachito de muelle, en fin nada, y quedará limpio de arriba abajo! No dirás que 'únicamente he despla­zado de lugar el polvo' porque de él no quedará ni rastro (...]. Te abrazo de todo corazón. Hoy me siento tan feliz al pensar que volveré a verte, que no puedo ni trabajar. Tu esposa que te ama más que la propia vida' (Celia, 1869). No veo la hora de volver a tu lado, que­rido Luis, y hasta siento que se redobla mi cariño al faltarme tu presencia; no puedo vivir alejada de ti.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Beatos Luis y Celia


.../¿Qué es lo que fascina de los esposos Martin? ¿Qué mensaje deja esta familia a la Iglesia y a la sociedad?


Sin duda fascina la valentía de esta familia que, después de diecinueve años de matrimonio, ante la crisis económica que afligía a Francia, queriendo garantizar bienestar y futuro a sus hijos, halló la fuerza de dejar Alençon y trasladarse a Lisieux, como tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo, "emigrantes" en busca de lo que pudiera hacer más bella la vida y concreta la esperanza.


Hay una belleza que emana de su trabajo artesanal emprendedor: Luis Martín, como relojero y joyero; y Celia Guérin, como pequeña empresaria de una taller de bordado. Junto con sus cinco hijas, emplearon tiempo y dinero en ayudar a quienes tenían necesidad. Su casa no fue una isla feliz en medio de la miseria, sino un espacio de acogida, comenzando por sus obreros.



El matrimonio Martin nos recuerda que existe una ética que debe imbuir la vida de los empresarios, poniendo en el centro el valor de la persona humana (cf. Populorum progressio, 42-44). Anima su testimonio cristiano de laicos, vivido dentro y fuera de las paredes del hogar, a través de la belleza de su vida, la fascinación de los sentimientos, la transparencia del amor, sabiendo dedicarse tiempo, porque "el amor no es un trabajo para hacer de prisa" (M. Noëlle).


El compromiso eclesial de los esposos Martin recuerda que "la futura evangelización depende, en gran parte, de la iglesia doméstica" (Familiaris consortio, 52), y tiene el sabor de la ternura.


autori: Xavier Villata

miércoles, 11 de noviembre de 2009

La eficacia de la vocación...


La eficacia de la vocación de la parejas está íntimamente ligada a su experiencia de Dios vivida desde la gracia: los esposos Martín forman parte de varias asociaciones piadosas: Orden Tercera de San Francisco, adoración nocturna, etc.


La fuerza que necesitan la obtienen de la observancia amorosa de las prescripciones y de los consejos de la Iglesia: ayunos, abstinencias, Misa diaria y confesión frecuente. «La fuerza de Dios es mucho más poderosa que vuestras dificultades – escribe el Papa Juan Pablo II a las familias. La eficacia del sacramento de la Reconciliación es inmensamente mayor que el mal que actúa en el mundo... Incomparablemente mayor es, sobre todo, el poder de la Eucaristía... En este sacramento, Cristo se entrega a sí mismo como alimento y como bebida, como fuente de poder salvífico...


La vida que de Él procede es para vosotros, queridos esposos, padres y familias. Recordad que instituyó la Eucaristía en un contexto familiar, en el transcurso de la Última Cena... Y las palabras que entonces pronunció conservan todo el poder y la sabiduría del sacrificio de la Cruz»


fuente: Santidad Carmelitana

domingo, 1 de noviembre de 2009

Santa Teresita de su papá


Para Teresita su padre es un santo. No le va eso de imponerse y levantar la voz. Rompe los moldes clásicos de la cultura de su época.«Lo que más me llamaba la atención eran los progresos en la perfección que hacía papá; a imitación de San Francisco de Sales, había conseguido dominar su natural vivacidad, hasta el punto que parecía que poseía la naturaleza más dulce del mundo... Las cosas de este mundo apenas parecían rozarle, y se recuperaba con facilidad de las contrariedades de la vida»Tras el Dios de Teresita está la vivencia íntima y poderosa del amor increíble de sus padres. Los grandes valores de la fe, como la gratuidad del amor, no se demuestran, se muestran. Se transmiten por ósmosis y se comunican a través de la vivencia.«¡Adiós, hasta el Cielo!», consigue decir a sus hijas con motivo de su última visita al Carmelo.

jueves, 29 de octubre de 2009

Desde el ejemplo de los esposos Martín-Guerín


Los esposos Martín muy pronto comprendieron que el matrimonio es una vocación y un estado de vida que compromete con el mandato misionero de toda la Iglesia. En la familia, en sus leyes y en sus relaciones y acontecimientos, todos los hijos pueden descubrir como una cartilla ilustradas todas las realidades de la vida cristiana. «el hecho de nacer y de ser educados en un hogar formado por unos padres unidos en una fiel alianza, resulta de gran importancia para los hijos» (Juan Pablo II, Carta a las familias, 2 de febrero de 1994, nº15). Celia deseaba tener muchos hijos “para encaminarlos al cielo” (CF 192)

lunes, 26 de octubre de 2009

lunes, 19 de octubre de 2009

Beatificación de Zélie et Louis Martin


Luis Martin (1823-94) y Celia Guerin (1831-77), padres de Santa Teresita, fueron declarados venerables el 26 de marzo de 1994 por el Papa Juan Pablo II. El 19 de Octubre de 2008 fueron beatificados.

BIENAVENTURADOS LUIS Y CELIA MARTIN

Hace 150 años, Luis y Celia Martin, padres de Teresita, se unían en matrimonio en Alençon y decidieron realizar su propio proyecto de vida constituyendo una gran familia.
Para vivir su amor, tuvieron que renunciar a sus anteriores aspiraciones de vocación a la vida religiosa . Integraron en su vida de pareja, como muchos contemporaneos suyos, la participación intensa, activa, regular y ardiente en la vida de la Iglesia. Se nutrieron de los Sacramentos,se implicaron en su parroquia y dedicaron un tiempo cada día a la oración compartida, al recogimiento, a la meditación y al ritmo respetuoso y discreto de la vida personal de cada uno. No dejaron jamás de recibir el sacramento de la Reconciliación según lo recomendado por la Iglesia y de vivir la gracia recibida. Unidos en la confianza de vivir el camino ordinario de la santifición como pareja, dieron vida a nueve hijos trabajando cada uno en su profesión .
Las pruebas familiares marcaron su vida y purificaron su fe, afianzando su confianza en el Señor. Llevaron una vida de trabajo intenso y probado. Afrontaron la enfermedad y la muerte de cuatro de sus queridos hijos, fallecidos con muy pocos años. Sólo les vivieron cinco hijas de las que Teresa , la benjamina, será la más concida por su cumpliento de la doctrina del Evangelio en su vida y por su irradiación misionera.
Cinco años después de su matrimonio, en 1850, Luis y Celia crean su propia empresa de encaje de Alençon. Luis trabajó con su esposa. Se ingenió para llevar al encaje las nuevas corrientes, los nuevos modelos Los resultados fueron extraordinarios. Había que encontrar nuevos mercados. Por esto viajó frecuentemente de Alençon a París para buscar nuevos clientes, conservar los existentes y asegurar el buen desarrollo de la producción de Celia y de sus empleadas. Durante este periodo trapasó su relojería a su sobrino Adolfo Leriche. Luis y Celia dejaron la casa de la calle Puente Nuevo de Alençon e instalaron sus actividades en la calle San Blas.
Celia asumió, con un coraje extraordinario su responsabilidad maternal, su compromiso profesional y su doloroso combate contra el cáncer que la llevaría a la muerte el 28 de agosto de 1877. Tenía 46 años y dejaba a su marido-del que conocía su fragilidad- y a sus cinco hijas. La mayor, María, no tenía mas que 17 años y la pequeña, Teresita, cuatro y medio. Para esta se acababa el periodo de Alençon y se abría el de Lisieux.
En esta familia corriente, iluminada por la fe, confrontada a los azares de la vida, minada por la enfermedad emergen, se afirman y se desarrollan las respuestas y las vocaciones de sus hijas. Cuatro escogieron el mismo Carmelo : el de Lisieux. Leonía el de la Visitación de Caen.

La beatificación de los padres descubrirá la vida de esta pareja tan atenta a inscribir su respuesta cotidiana en el compromiso con sus hijos y en el crecimiento espiritual de cada unode ellos. Pasarán por momentos muy dolorosos en su vida pero su fe, llena de paz, humilde , ardiente y enraizada en la Iglesia les permitirá aceptarlos en paz.Llena de inmenso amor filial, Teresita no vacila en escribir al abate Bellière dos meses antes de su muerte : " Dios me dio un padre y una madre más dignos del cielo que de la tierra. Pidieron al Señor que les diera muchos hijos y que los tomara para sí. Su deseo fue escuchado: cuatro angelitos volaron al cielo y las cinco hijas que quedaron en la arena tomaron por esposo a Jesús ".
Estamos en buena compañía.

Texto de Mons. Pedro PICAN,
obispo de Bayeux y Lisieux


jueves, 1 de octubre de 2009

EL FUNERAL EN ALENÇON


El funeral, de acuerdo con la costumbre de esa época, tuvo lugar al día siguiente de la muerte de Celia, 29 de agosto de 1877, a las 9:00 de la mañana en la Iglesia que los familiares habían convenido. Como se acostumbraba, las hijas de la difunta no asistieron a la ceremonia. Ella fue enterrada en el cementerio de la Iglesia de Nuestra Señora en Alencon.


Fue hasta octubre de 1894, después de la muerte del Señor Martín, que el Señor Guerín quizó unir en la tumba a aquellos cuya vida en común fue modelo del amor conyugal, que quizo transferir el cuerpo de su hermana a la cripta de la familia en Lisieux. La tumba de granito junto con la lápida que fue gravada para la Sra. Martin en Alencon fue colocada en algún espacio libre dentro de la cripta.


Cincuenta años después fue recuperada intacta y fue colocada en una buena ubicación en el jardín del Pabellón (una pequeña área del jardín con una torre hexagonal que pertenecia a la Familia Martín).Elogios en memoria de la Sra. Martin nunca faltaron. Sin dar rodeos, el sacerdote de la parroquia de Monsort declaró: “hay una santa más en el cielo”.


La Sra. Guerin quien se ganó la confianza de su cuñada y muchas veces se vio beneficiada por su experiencia y sus delicados servicios, recuerda sus meritos en una carta dirigida a su sobrina, 14 años después, en 1891, quien se había convertido en monja carmelita, Teresita del Niño Jesús:


“¡Que habré hecho que Dios me ha rodeado de tan amorosos corazones! No hice nada, sólo corresponder a la última mirada de una madre que amó demasiado. Entendí mucho en esa mirada que nunca podré olvidar. Está grabada en mi corazón. Desde ese día, traté de reemplazar a aquella que Dios se había llevado, pero no. ¡Nada puede reemplazar a una madre!Sin embargo, Dios ha querido bendecir mis pobres esfuerzos y hoy me permite recibir el afecto de esos jóvenes corazones. El ha querido que la madre que guió tu tierna infancia fuera elevada a la sublime gloria y gozara de las delicias celestiales. ¡Ah! Debe ser mi pequeña Teresa porque tus padres están entre esos que podríamos llamar santos y cuyos esfuerzos traerán más santidad.”


La evaluación de Luisa María quien vivió 12 años con la familia Martín no es menos reveladora. Durante su enfermedad, la Sra. Celia se vio forzada a delegar muchas tareas a su criada, quien resultó una mala influencia para Leonia. Luisa pidió como favor seguir trabajando para la familia hasta la muerte de la Sra. Martín objetando que nadie podría cuidar mejor a la Sra. Martín como ella.

De hecho, hasta su muerte, ella cuidó a Doña Celia con profunda devoción.


A la muerte de la Sra. Martín ella fue despedida ya que la educación de Leonia lo requería. Sin embargo, ella se llevó en su memoria a aquella que le había enseñado mucho con su dulzura. En 1923, algunos meses antes de su muerte, ella escribió al Carmelo de Lisieux:

“En mi profundo dolor, invoqué a mi pequeña Teresa, y al mismo tiempo a su buena y santa madre, porque si Teresita es una santa, su madre, en mi opinión, es igual una gran santa. Ella fue puesta a prueba durante toda su vida y lo aceptó con resignación. Y entonces, ¡ella se sacrificó a si misma! Para ella, cualquier cosa era suficientemente buena, pero para los demás nada era demasiado bueno. Yo podría escribir un gran tratado, si dijera toda su bondad y sumisión a la voluntad del buen Dios.


”Más allá de todos estos testimonios se eleva la voz del Sr. Martin, quien nunca habló de su esposa sin atribuirle el calificativo de “santa”; la voz de sus hijas quienes bajo el juramento de la fe, afirman sus maternales virtudes en sus deposiciones en el proceso de beatificación de su pequeña hermana, Santa Teresita. Más que esto, habla la joven Teresa.
¿Podría haber más hermoso retrato de una madre que esta estrofa escrita por la santa"
“Yo amaba la sonrisa de mi madre. Su profunda mirada parecía decirme:”La eternidad me abruma y me atrae, subiré al cielo azul para mirar a Dios.”

jueves, 20 de agosto de 2009


Reflexión:


"Dios no pondria un deseo en notros, si no quisiera que lo alcancemos."


En efecto, el deseo del Espiritu, estuvo en Luis y Celia Martin quienes escogieron llevar una vida piadosa y de entrega total. Aunque sus esperanzas estaban en la vida monástica, en su Plan divino Dios, prefirio para ellos otro tiempo, otra entrada, otra puerta. Destacamos el compromiso de Tobias y Sara : Desde ahora en adelante, tu eres mi hermano y yo tu hermana, en ti esta comenzar desde hoy para siempre. Nunca es bueno, que nuestras acciones, sean sólo reflejo de nuestra voluntad.Por esta razon, debemos adjuntarnos a la escuela de la paciencia y dejarnos modelar, mientras llevamos a cabo la voluntad del Espiritu. Lo importante aqui, es la Voluntad Divina.Por medio de los puntos de encaje de Celia Martin y el tiempo de los relojes de Luis, dejemos que los padres de Sta Teresita, nos vuelvan a la vida terrena.


*Leamos nuevamente, el texto que Luis le dirige a Celia :


"El lazo que constituye este sacramento (el del matrimonio) es independiente de su consumacion. Tenemos una prueba que resplandece en la Bienaventurada Virgen Maria y San José, que aunque legal y verdaderamente casados, mantuvieron su castidad de forma perpetua. Estos esposos famosísimos tuvieron como imitadores a algunas santas parejas virgenes. Limitándose solo a la unión pura de su corazon,renunciando de comun acuerdo al intercambio carnal que les corresponde por estado. Estos matrimonios tuvieron todas la esencia necesaria por su validez."


Teniendo incluso ventajas sobre los otros, al representar de un modo mas perfecto :

la unión espiritual pura de Cristo con su Iglesia. Para entender y acompañar el deseo espiritual de los esposos Martin de vivir la santidad, retomemos el hecho que a la luz del Espíritu, el fruto de la pareja, se encarna mas alla del desierto.

En ellos se refleja el pensar no solo en adquir la santidad, sino en asociarse a nuevos compañeros para desarrollar la orden que Nuestra Señora ha comenzado con ellos. (Orden de los Servitas)Dios, Padre Nuestro, enseñanos a contar tu tiempo y no el nuestro, tan frecuentemente enturbiado por nuestros deseos terrenales. Que nuestros encuentros y en nuestras elecciones de Amor, sean leidas solo por ti


Petición:

Que Luis y Celia Martin, nos regalen la espera para acomodarnos al Espiritu de Dios.Señor y Señora Martin enseñenos a traer a la memoria este regalo del Espiritu.

miércoles, 24 de junio de 2009


"Yo nací enfermo y cuando estaba enfermo los esposos Martin
le pidieron a Jesús que me curara y Él me curó".


Así explica el pequeño Pietro Schilirò, de seis años, el milagro de su recuperación cuando no era más que un recién nacido. Los padres del pequeño Valter y Adele se encomendaron a los esposos Marie Zélie Guérin (1831-1877) y Louis Martin (1823-1894) , los papás de Santa Teresita del Niño Jesús. Gracias a este milagro fue aprobada la beatificación de ambos, que se efectuó el 19 de octubre del 2008 en la basílica de Lisieux en Francia.


Historia de un milagro


Pietro es el menor de cinco hijos. Nació en Milán el 25 de mayo de 2002.

El mismo día le fue detectada una malformación pulmonar grave, razón por la que el neonato permaneció en el hospital donde se le practicó una terapia intensiva para que pudiera respirar. "Pronto nos dimos cuenta de que la enfermedad era muy grave.


No había ninguna posibilidad de curación. Nos pidieron hacerle una radiografía pulmonar para ver qué podía ser", explica Valter.Era necesario que se le practicara una biopsia, lo que implicaba un gran riesgo para el pequeño. Por ello los padres decidieron bautizarlo de inmediato. Fue así como le pidieron al padre Antonio Sangalli que le administrara el sacramento.


El sacerdote carmelita les entregó una estampita de los esposos Martin. "Ellos habían perdido cuatro hijos en tierna edad. Así podían ayudarnos en esa situación y en lo que el Señor nos estaba pidiendo en ese momento", dice Adele.Los esposos Schilirò no sabían mucho de la vida de Zélie y Louis, lo poco que conocían era a través de los escritos de santa Teresita. En medio de la incertidumbre por la salud del pequeño descubrieron una "cercanía misteriosa con los esposos Martin", según confiesa Vlater."Nosotros nos atrevimos a pedirle al Señor aquello que llevábamos en el corazón: la curación de Pietro. El Señor nos había puesto entre las manos de los esposos Martin", testimonia la madre del pequeño.


En medio del sufrimiento, y al ver a su hijo recién nacido conectado a tantos aparatos artificiales para poder respirar, Adele y Valter entendieron que deberían preguntarle a Dios cuál era la voluntad para Pietro:

"Para nosotros esto ha sido muy importante porque nos ha ayudado a mirar lo que nuestro hijo estaba viviendo. Vivía plenamente su vocación a través de lo que hacía en su sufrimiento. Participaba en la salvación de las almas con Jesús. Para nosotros éste ha sido el primer milagro", asegura Valter.

El 26 de junio Pietro sufrió una fuerte crisis respiratoria.

"Los médicos nos dijeron que era cuestión de pocas horas o de cualquier día pero que de todas maneras para Pietro no había esperanza", comenta Adele.Tras rezar varias veces la novena a los esposos Martin, el 29 de junio, día en que la Iglesia celebra la fiesta de San Pedro y San Pablo, Pietro comenzó a dar señales de mejoría.


Dos semanas después el pequeño ya respiraba sin oxígeno

y los médicos aseguraron que su curación era "un hecho sorprendente".


Los padres se lo comunicaron al padre Antonio y fue así como el sacerdote se convirtió en el vicepostulador de la causa de beatificación de Zélie y Louis.


"Estamos verdaderamente colmados de agradecimiento. Nos sentimos sobrepasados," asegura Adele. A lo que Valter agrega: "No es un mérito para nosotros en absoluto. Lo que le ocurrió a Pietro es algo para toda la Iglesia. De hecho, hoy estamos aquí para presentar al Papa esta reliquia, que es un signo de agradecimiento para toda la Iglesia".

viernes, 19 de junio de 2009


La vida profundamente cristiana de los esposos Martin se abre naturalmente a la caridad para con el prójimo: limosnas discretas a las familias necesitadas, a las que se unen sus hijas, según su edad; asistencia a los enfermos, etc. No tienen miedo de luchar justamente para reconfortar a los oprimidos. Así mismo, realizan juntos las gestiones necesarias para que un indigente pueda entrar en el hospicio, cuando éste no tiene derecho al no tener suficiente edad para ello. Son servicios que sobrepasan los límites de la parroquia y que dan testimonio de un gran espíritu misionero: espléndidas ofrendas anuales para la Propagación de la Fe, participación en la construcción de una iglesia en Canadá, etc.


Pero la intensa felicidad familiar de los Martin no debía durar demasiado tiempo. A partir de 1865, Celia se percata de la presencia de un tumor maligno en el pecho, surgido después de una caída contra el borde de un mueble. Tanto su hermano, que es farmacéutico, como su marido no le conceden demasiada importancia; pero a finales de 1876 el mal se manifiesta y el diagnóstico es concluyente: «tumor fibroso no operable» a causa de su avanzado estado. Celia lo afronta hasta el final con toda valentía; consciente del vacío que supondrá su desaparición, le pide a su cuñada, la señora Guérin, que, después de su muerte, ayude a su marido en la educación de los más pequeños.


Su muerte acontece el 28 de agosto de 1877. Para Luis, de 54 años de edad, supone un abatimiento, una profunda llaga que sólo se cerrará en el Cielo. Pero lo acepta todo, con un espíritu de fe ejemplar y con la convicción de que su «santa esposa» está en el Cielo.


Y cumplirá con la labor que había empezado en la armonía de un amor intachable:

la educación de sus cinco hijas. Para ello, escribe Teresita, «aquel corazón tierno de papá había añadido al amor que ya poseía un amor realmente maternal».


La señora Guérin se ofrece para ayudar a la familia Martin, invitando a su cuñado a trasladar su hogar a Lisieux. Para aquellas pequeñas huérfanas, la farmacia de su marido será su segunda casa y la intimidad que une a ambas familias crecerá con las mismas tradiciones de sencillez, labor y rectitud. A pesar de los recuerdos y de las fieles amistades que podrían retenerlo en Alençon, Luis se decide a sacrificarlo todo y a mudarse a Lisieux

jueves, 11 de junio de 2009

¡ Un gran honor !


La vida en los «Buissonnets», la nueva casa de Lisieux, resulta más austera y retirada que en Alençon. La familia mantiene pocas relaciones, y cultiva el recuerdo de la persona a la que el señor Martin sigue designando con el nombre de «vuestra santa mamá».


Las más jovencitas son confiadas a las Benedictinas de Nuestra Señora del Prado.

Pero Luis sabe procurarles distracciones: sesiones teatrales, viajes a Trouville,

estancia en París, etc., intentando que, a través de todas las realidades de la vida,

encuentren la gloria de Dios y la santificación de las almas.


Su santidad personal se revela sobre todo en la ofrenda de todas sus hijas, y después de sí mismo. Celia ya preveía la vocación de las dos mayores, pues Paulina ingresaba en el Carmelo de Lisieux en octubre de 1882, y María en octubre de 1886.


Al mismo tiempo, Leonina, de difícil temperamento, inicia una serie de infructuosos intentos; en primer lugar en las Clarisas, y luego en la Visitación, donde, tras dos intentos fallidos, acabará ingresando definitivamente en 1899.


Teresa, la benjamina, la «pequeña reina», conseguirá vencer todos los obstáculos hasta ingresar en el Carmelo a los 15 años, en abril de 1888. Dos meses después, el 15 de junio, Celina revela a su padre que también ella siente la llamada de la vida religiosa. Ante aquel nuevo sacrificio, la reacción de Luis Martin es espléndida: «Ven, vayamos juntos ante el Santísimo a darle gracias al Señor por concederme el honor de llevarse a todas mis hijas».

A imitación del señor Martin, los padres deben acoger las vocaciones como un don de Dios, escribe el Papa Juan Pablo II:

«Vosotros, padres, dad gracias al Señor si ha llamado a la vida consagrada a alguno de vuestros hijos. ¡Debe ser considerado un gran honor – como lo ha sido siempre– que el Señor se fije en una familia y elija a alguno de sus miembros para invitarlo a seguir el camino de los consejos evangélicos! Cultivad el deseo de ofrecer al Señor a alguno de vuestros hijos para el crecimiento del amor de Dios en el mundo. ¿Qué fruto de vuestro amor conyugal podríais tener más bello que éste?»

(Vita consecrata, 25 de marzo de 1996, nº 107).


La vocación es ante todo una iniciativa divina, pero una educación cristiana favorece la respuesta generosa a la llamada de Dios:

«En el seno de la familia, los padres han de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo, y han de fomentar la vocación personal de cada uno y, con especial cuidado, la vocación a la vida consagrada» (Catecismo, 1656).


Por lo tanto, «si los padres no viven los valores evangélicos, será difícil que los jóvenes y las jóvenes puedan percibir la llamada, comprender la necesidad de los sacrificios que han de afrontar y apreciar la belleza de la meta a alcanzar. En efecto, es en la familia donde los jóvenes tienen las primeras experiencias de los valores evangélicos, del amor que se da a Dios y a los demás. También es necesario que sean educados en el uso responsable de su libertad, para estar dispuestos a vivir de las más altas realidades espirituales según su propia vocación»

(Vita consecrata, ibíd.).

domingo, 7 de junio de 2009

MUERTE DE CELIA



En la noche del 26 de agosto de 1877, Luis Martín se dirigio a la iglesia de “Nuestra Señora” en busca de un sacerdote y el mismo quizo escoltar el bendito sacramento.

La familia entera se encontraba reunida alrededor del lecho de muerte de Celia. Sus corazones latían en una misma oración. Teresa recuerda: “La ceremonia de los santos óleos esta profundamente impresa en mi alma. Aún recuerdo el lugar exacto donde me encontraba junto a Celina. Estábamos alienadas de acuerdo a nuestra edad. Papá se encontraba ahí también, sollozando.”

El sacramento fue suministrado mientras la paciente sufría silenciosamente. La Sra. Martín cayó entonces en una especie de coma. Ella estaba destruida, sus piernas y brazos se habían hinchado, imposible mover su cuerpo, imposible hacer que ella oyera algo. Fue necesario interpretar sus pensamientos leyendo los apenas perceptibles movimientos de sus labios. No obstante, sus ojos aún hablaban. Cuando, al día siguiente convocados por una carta de su hija María, el Señor y la Señora Guérin (hermano y cuñada de Celia) entraron a su habitación, ella los recibió con una sonrisa y estrecho en sus brazos durante largo tiempo a su cuñada dirigiéndole una mirada profunda como diciéndole que en ella colocaba sus esperanzas y su gratitud.

Después, ella tuvo una hemorragia. Era la madrugada del martes 28 de agosto de 1877, exactamente 30 minutos después de la media noche, después de una corta agonía, la Sra. Martín murió serenamente.

Inmediatamente, avisaron a las hijas mayores quienes fueron tranquilizadas por la monja enfermera, quien habia dejado a la Sra. Martin a las 9:00 de la mañana. Paulina, quien se había refugiado en una pequeña habitación en el jardin arriba de la lavandería, se dirigió bañada en llanto a las dos pequeñas (Celina y Teresa) aunque tampoco quería interrumpir sus sueños. Ella aún tardo en darles la triste noticia hasta bien entrada la mañana.

El Sr. Martín llevó a Teresa al lecho de muerte de su madre. Ella cuenta la escena: “Papá me llevó en brazos y me dijo: ven a besar a tu pobre mamita por última vez. Sin decir una sola palabra, puse mis labios en la frente fría de mi querida madre.

Ella parecía dormir. A pesar de que casi había alcanzado sus 46 años de edad, lucía más joven. El rostro, consumido y esculpido por el dolor, había tomado una majestuosa expresión de majestad y juventud. Una extraña atmosfera de recogimiento y absoluta calma envolvía la habitación.” El Señor Martín y sus hijas no se cansaban de contemplar el cuerpo de quien había luchado tanto y que ahora ya descansaba.

Teresita nos dio en su autobografía su propio testimonio de este día oscuro en su vida. Ella tenía entonces cuatro años y medio:

“No recuerdo haber llorado mucho ni tampoco haber hablado con nadie sobre mis sentimientos al respecto…Miraba y oía en silencio. Nadie tenía mucho tiempo para prestarme atención y yo vi muchas cosas que ellos debieron haberme ocultado…En lugar de ello, yo estaba parada junto al ataúd…el cual habia sido colocado en el hall. Estuve ahí parada, mirando un largo rato. Aunque nunca había visto un ataúd, entendía de que se trataba. Yo era muy pequeñita y a pesar de la corta estatura de mi madre, tuve que levantar mi cabeza para verla en su totalidad. Me pareció tan larga y triste…”.

lunes, 1 de junio de 2009


Recordatorio del señor Martin (1894)
Publicado en BT, p. 291s. Los textos del recordatorio de la muerte del señor Martin,
realizado a finales de 1894, fueron elegidos por Teresa y sus hermanas.

La estampa tiene un fina orla para enmarcar un retrato.

Aunque disponían de buenas fotografías de su padre, sus hijas prefirieron poner una reproducción de la Santa Faz de Tours, en una identificación bien significativa.

Transcribimos los textos bíblicos en el mismo orden en que aparecen en la imagen.

Las referencias han sido añadidas por los editores.


Gn 15,1 Ego sum merces tua magna nimis (Gn ,1).

Lc 24,26 ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?

(N.S. a los discípulos de Emaús).

Sal 30,21 Señor, escóndelo bajo el secreto de tu Faz.


Al dorso:


Sal 29,12 Cambiaste mi luto en danza me desataste el sayal y me has vestido de fiesta

(Sal XXX,12). Is 53,11 Veo el fruto de lo que he sufrido, y mi alma se ha saciado (Isaías).

Tb 12,13 Porque eras grato al Señor, la tribulación tenía que probarte (El ángel a Tobías).

Sb 3,5-6 ...El Señor lo recibió como sacrifico de holocausto, lo probó como oro en el crisol

y lo halló dignos de sí (Sabiduría).

Tb 13,17 Y tú te alegrarás en tus hijos, que serán bendecidos y se unirán al Señor (Tobías XIII,17).

Pr 20,7 El justo procede sin tacha, ¡felices sus hijos después de él! (Prov.).

Sal 17,26 Con el misericordioso, Señor, tú eres misericordioso, con el fiel tú eres fiel

(Sal XVII,26).Sal 17, Desde el cielo alargó la mano y me agarró, me sacó a 17.20.22 un lugar espacioso, me libró porque me amaba...,porque tuve presentes sus mandamientos y no me aparté de sus preceptos (Sal 17).

miércoles, 27 de mayo de 2009


De estatura mediana, de alegre mirada y de una expresión pura; con el pelo negro sencillamente recogido, su nariz larga y de línea graciosa, los ojos negros, a veces melancólicos; la joven ofrecía a todos una figura atrayente. Su estampa espejaba vivacidad, fuerza, amabilidad. De espíritu alegre y culto, de gran sentido práctico y de carácter íntegro y sobre todo, de fe intrépida, era Celia Guerin una joven magníficamente dotada, que debía imantar las miradas.
Una dama aristocrática, residente en París, la invitó a irse allí y se ofreció a presentarla en sociedad. La propuesta la hizo sonreir. No le seducía el exhibicionismo. Mas he aquí que la Providencia se ocupó de ello y por medio de una mujer preocupada en casar a su "virtuoso muchacho", demasiado prendado del celibato.
La mamá de Luis Martin no se resignaba a ver a Luis, que en breve iba a cumplir los 35 años, sepultado en la soledad piadosa del Puente Nuevo y del Pabellón. Le reprendía cariñosamente, sin que él, se conmoviera. En las salidas de sus ratos libres de la señora Martin, hubo de pasar al lado de la joven Celia Guerin y advertir sus cualidades rodeadas de tantos hechizos. ¿No era aquella la esposa soñada para su hijo?

Una intervención misteriosa facilitó el mutuo encuentro. Cierto día, que Celia atravesaba el Puente de San Leonardo, se cruzó con un hombre cuya noble fisonomía, porte reservado la impresionaron. Entonces una voz interior le decía secretamente: "Este es el hombre predestinado para ti". Discretamente se enteró de quién era y comenzó a conocer a Luis Martin.

Los dos jóvenes no tardaron en gustarse y se enamoraron enseguida. Después de tres meses del primer encuentro se comprometieron y el 13 de julio de 1858 sellaron su amor en santo matrimonio.

La boda se realizó en la espléndida iglesia de Nuestra Señora, a la media noche, en la mayor intimidad y sellada con tal destino iba aquella unión de la que había de nacer la Santa de Lisieux.

Los jóvenes esposos se instalaron en la casa de la calle del Puente Nuevo, la casa de los padres de Luis Martin. Celia trasladó su taller a la nueva casa. Allí vivirá muy cerca de los suyos, no separándola de la calle de San Blas sino un corto trayecto de la Grande-Rue.

Luis y Celia habían conversado acerca de su vida matrimonial. Luis, le confió sus deseos de vivir con ella al modo de la mártir Cecilia y Valeriano, convivencias plenamente fraternales en las que, trascendiendo el dominio de los sentidos, únicamente las almas se unen para ir a la par hacia Dios con todo el dinamismo de un amor divinamente purificado.

¿Tenía Celia los mismos puntos de vista que su esposo?. Desde que hubo de renunciar su esperanza de hacerse religiosa, se había despertado en ella un poderoso instinto de maternidad. Su ambición era un día ser madre de muchos hijos, la de santificarles y llevarles hasta Dios.

En esa época, siglo XIX, las jovenes se enteraban de las "cosas de la vida", por casualidad o por charlas con sus esposos. El conocimiento de Celia en este aspecto, del misterio de la vida, era muy incompleto.

En estas condiciones se comprende que un alma, limpia como el cristal, haya podido acercarse al matrimonio sin haber sido antes informada de todos los deberes y de todas las responsabilidades que lleva anejas.

La revelación total ocurrida en esta época provocó en Celia un espanto púdico antes las exigencias de la carne y le inclinó a corresponder a las aspiraciones de su marido.

Poco después de la boda, fueron de visita al convento donde se encontraba la hermana mayor de Celia.

Esta primera visita al monasterio, avivó en Celia la nostalgia del claustro y le hizo derramar lágrimas amargas. Así lo expresaba en una carta, años después a su hija Paulina:

"Puedo decirte que aquel día lloré todas mis lágrimas, más que cuanto había llorado en mi vida, hasta mi pobre hermana no sabía como consolarme. A pesar de todo no tuve pena de verme allí, no; al contrario, hubiera querido verme yo como ella; comparaba mi vida con la suya y se aumentaba mi llanto. En fin, durante mucho tiempo estuve en espíritu y con mi corazón en la Visitación; con frecuencia iba a ver a mi hermana y reinaba allí una serenidad y una paz que no sabría expresar.¿Piensas, Paulina mía, tú que tanto amas a tu padre, que le revelé mi aflicción y llegué a entristecerle el día de nuestro desposorio? Pues no; él me comprendía y me consolaba cuanto podía, porque tenía aspiraciones semejantes a las mías; aun creo que nuestro recíproco sentimiento se aumentó por esto, nuestros afectos vibraban siempre al unísono y se portó siempre conmigo como un consolador y un apoyo"

sábado, 23 de mayo de 2009

De Luis y de Celia ...

«¡PORQUE CREO!»

Luis Martin nació en Burdeos el 22 de agosto de 1823, segundo hijo de una familia de cinco hermanos. Su padre, militar de carrera, se encuentra por esa época en España; los primeros años de infancia de los hermanos Martin transcurren a merced de las guarniciones de su padre: Burdeos, Aviñón y Estrasburgo (Francia). Llegada su jubilación, en diciembre de 1830, el capitán Martin se establece en Alençon, en Normandía. Durante su actividad de militar había destacado por su piedad ejemplar. En una ocasión, al decirle el capellán de su regimiento que, entre la tropa, se extrañaban de que, durante la Misa, permaneciera tanto tiempo de rodillas después de la consagración, él respondió sin pestañear: «¡Dígales que es porque creo!».

Tanto en el seno de su familia como con los Hermanos de las Escuelas Cristianas, Luis recibe una fuerte educación religiosa. Al contrario de la tradición familiar, no escoge el oficio de las armas, sino el de relojero, que casa mejor con su temperamento meditabundo y silencioso, y con su gran habilidad manual. Primeramente aprende el oficio en Rennes y, luego, en Estrasburgo.

En el umbral del otoño de 1845, Luis toma la decisión de entregarse por completo a Dios, por lo que se encamina al Hospicio de San Bernardo el Grande, en el corazón de los Alpes, donde los canónigos consagran su vida a la oración y a rescatar a los viajeros perdidos en la montaña. Se presenta ante el prior, quien le insta a que regrese a su casa a fin de completar sus estudios de latín antes de un eventual ingreso en el noviciado. Tras una infructuosa tentativa de incorporación tardía al estudio, Luis, muy a pesar suyo, renuncia a su proyecto. Para perfeccionar su instrucción, se marcha a París, regresando e instalándose a continuación en Alençon, donde vive con sus padres. Lleva una vida tan ordenada que sus amigos dicen : «Luis es un santo».

Tantas son sus ocupaciones que Luis ni siquiera piensa en el matrimonio. A su madre le preocupa, pero en la escuela de encajes, donde ella asiste a clase, se fija en una joven, hábil y de buenos modales. ¿Y si fuera la «perla» que ella desea para su hijo? Aquella joven es Celia Guérin, nacida en Gandelain, en el departamento de Orne (Normandía), el 23 de diciembre de 1831, la segunda de tres hermanos. Tanto el padre como la madre son de familia profundamente cristiana. En septiembre de 1844 se instalan en Alençon, donde las dos hermanas mayores reciben una esmerada educación en el internado de las Religiosas del Sagrado Corazón de Picpus.

Celia piensa en la vida religiosa, al igual que su hermana mayor, que llegará a ser sor María Dositea en la Visitación de Le Mans. Pero la superiora de las Hijas de la Caridad, a quien Celia solicita su ingreso, le responde sin titubear que no es ésa la voluntad de Dios. La joven se inclina ante tan categórica afirmación, aunque no sin tristeza. Pero un hermoso optimismo sobrenatural la hace exclamar: «Dios mío, accederé al estado de matrimonio para cumplir con tu santa voluntad. Te ruego, pues, que me concedas muchos hijos y que se consagren a ti». Celia entra entonces en una escuela de encajes con objeto de perfeccionarse en la confección del punto de Alençon,

técnica de encaje especialmente célebre. El 8 de diciembre de 1851, festividad de la Inmaculada Concepción, tiene una inspiración: «Debes fabricar punto de Alençon». A partir de ese momento se instala por su cuenta.

Un día, al cruzarse con un joven de noble fisonomía, de semblante reservado y de dignos modales, se siente fuertemente impresionada, y una voz interior le dice: «Este es quien he elegido para ti». Pronto se entera de su identidad; se trata de Luis Martin. En poco tiempo los dos jóvenes llegan a apreciarse y a amarse, y el entendimiento es tan rápido que contraen matrimonio el 13 de julio de 1858, tres meses después de su primer encuentro. Luis y su esposa se proponen vivir como hermano y hermana, siguiendo el ejemplo de San José y de la Virgen María. Diez meses de vida en común en total continencia hacen que sus almas se fundan en una intensa comunión espiritual, pero una prudente intervención de su confesor y el deseo de proporcionar hijos al Señor les mueven a interrumpir aquella santa experiencia. Celia escribirá más tarde a su hija Paulina: «Sentía el deseo de tener muchos hijos y educarlos para el Cielo». En menos de trece años tendrán nueve hijos, y su amor será hermoso y fecundo.


jueves, 14 de mayo de 2009

Hogar y Escuela...


En la casa familiar de los Martin-Guerin, la educacion del alma va a completar la generacion del cuerpo.Dar la vida natural es lo de menos, se trata por encima de todo de de engendrar y formar hijos de Dios!!


El epistolario de Dª Celia Guerin de Martin revela en el mas alto grado esta preocupacion pedagogica. Al niño no se le considera como un juguete o diversion, ni como una fiera que se doma, por no haber sabido domesticarla. El niño es un deposito recibido de las manos del Creador: es preciso servirle, educándole y no desconfiar de lograr su grandeza.

La plegaria rezada en cada uno de los naciminetos de esta amorosa mamá, evidencia la jerarquia del ideal..." ¡Señor! que sea para Vos. Llévalo antes de consentir que se pierda"...

Se trata de formar cristianos y santos!

martes, 12 de mayo de 2009

LA NIÑA CELIA ...


Celia tenia una complexion delicada, estuvo de continuo enferma entre los 7 y los 12 años, sufrio el martirio de incesantes jaquecas que atenazaban su cabeza, no se sabe si encontró en su hogar todas las delicadezas y atenciones que su sensibilidad desearia en su interior, motivada por los dolores fisicos...
El Sr Guerin era muy bueno y de recto sentido cristiano, pero tambien muy rigido, a fuerza de sus actitudes militares, aún así, se sabe que amaba mucho a sus hijas.
El sufrimiento lo sintio Celia de parte de su madre. Mujer de fe propicia a trasladar los montes, pero carecia del don de los educadores genuinos, y esta carencia la conducia, a pesar de su verdadera ternura maternal, a chocar con un alma de excepcional delicadeza como la de Celia.


La niña se crio privada un poco de las caricias infantiles.
Quien habia de acunar, vestir y cuidar con tanto amor a sus nueve hijitos,
no conocio como otras niñas de su edad, el cariño de agradar a su mamá.
"Mi infancia y mi juventud, fueron tristes como un sudario -Escribiria algun dia en una carta a su hermano- porque si mi madre te mimaba, para conmigo, tú lo sabes, se hubo demasiado severa; con ser ella tan buena, no supo trarame, por lo que yo tambien sufria en mi interior"


jueves, 30 de abril de 2009

MATRIMONIO MARTIN...una aureola para dos!


Los trabajos referentes a la posible beatificación de los esposos Luis y Celia Martin datan de 1957. Pero hace tiempo que esposos y familias han ido recibiendo favores por su intercesión. Evidentemente, ellos no son beatificados por haber engendrado a "la mayor santa de los tiempos modernos" en palabras de Pío X, sino porque cada uno de ellos ha vivido el Evangelio lo más plenamente que se puede.


Fue el Papa Juan Pablo II quien unió la causa de beatificación de los esposos Martín, declarándolos venerables en 1994.
Sólo faltaba un milagro, que se produjo en Milán, en 2002: la curación de un bebé de modo inexplicable y por intercesión de los esposos Martín. ...
El Papa Benedicto XVI ha firmado la autorización a la beatificación en julio del 2008.


En la pequeña villa de Alençon, Louis Martin era joyero-relojero y Zélie, nacida Guérin, era encajera, del famoso punto de Alençon. Fervientes cristianos, de una caridad concreta y efectiva, tuvieron nueve hijos. La mortalidad infantil, muy elevada durante finales del siglo XIX les arrebató 4 de ellos, entre los cuales los dos chicos. Trabajaron duro para dotar a sus cinco hijas.
La última de sus hijas, Teresa, nació cuando Celia tenía 41 años y fue alimentada por la nodriza Rosa de Semaillé.El cáncer de pecho, acompañado de grandes sufrimientos, llevó al otro mundo a Celia cuando Teresa sólo tenía 4 años y medio. Esto fue el 28 de agosto de 1877. Pero Teresa pudo recordar sus primeros años llenos de amor y alegrías familiares.


Toda la familia sufrió enormemente la pérdida de la madre, pero especialmente Teresa, a quien le costó diez años reponerse de ella.Viudo con cinco hijas menores de edad, Louis Martin hizo el sacrificio de trasladarse a Lisieux, para educar a sus hijas con la ayuda de sus cuñados, el matrimonio formado por el farmacéutico Isidoro Guérin y su esposa Celina.


Louis vivió 17 años más y también conoció la "pasión" de una enfermedad que se prolongó unos seis años. Él había consentido a las vocaciones religiosas de sus cinco hijas.

Esta familia corriente no lo era en realidad.

Había vivido lo que Teresa en 1897 en la poesía nº 54 expresa así:

Amar es darlo todo y darse a sí mismo....

viernes, 3 de abril de 2009

EL DINAMISMO QUE DA EL AMOR

El gran dinamismo de Luis Martin no recuerda en nada
a aquel «dulce soñador», como se le ha descrito a veces.

Para ayudar a Celia, que se encuentra desbordada por el éxito de su empresa
de encajes, abandona la relojería.
El encaje se trabaja en piezas de 15 a 20 centímetros,
empleándose hilos de lino de una gran calidad y de una finura extrema.

Una vez ejecutado el «trazo», el «pedazo» pasa de mano en mano según
el número de puntos de que se compone – existen nueve, que constituyen
otras tantas especialidades.

A continuación se procede a su encajadura, una delicada labor
que se consigue mediante agujas e hilos cada vez más finos.

Es la propia Celia quien une de manera invisible las piezas que le traen
las encajeras que trabajan a domicilio.
Pero hay que buscar salidas para el producto,
y Luis destaca en el aspecto comercial
y hace que aumenten considerablemente
los beneficios de la empresa.
Sin embargo, también sabe encontrar momentos de descanso y de ir a pescar.

Además, los esposos Martin
forman parte de varias asociaciones piadosas:
Orden Tercera de San Francisco, adoración nocturna, etc.
La fuerza que necesitan la obtienen de la observancia amorosa
de las prescripciones y de los consejos de la Iglesia:
ayunos, abstinencias, Misa diaria y confesión frecuente.

«La fuerza de Dios es mucho más poderosa que vuestras dificultades
– escribe el Papa Juan Pablo II a las familias. La eficacia del sacramento de la Reconciliación es inmensamente mayor que el mal que actúa en el mundo... Incomparablemente mayor es, sobre todo, el poder de la Eucaristía...
En este sacramento, Cristo se entrega a sí mismo como alimento y como bebida, como fuente de poder salvífico... La vida que de Él procede es para vosotros, queridos esposos, padres y familias. Recordad que instituyó la Eucaristía en un contexto familiar, en el transcurso de la Última Cena... Y las palabras que entonces pronunció conservan todo el poder y la sabiduría del sacrificio de la Cruz»

martes, 24 de marzo de 2009

CUADERNOS DE LUIS ...

Se conserva un interesante escrito del tiempo de su juventud,
que certifica, a la par de su formacion tecnica
la actividad estudiantil de nuestro heroe.

Lo integran dos cuadernos grandes conteniendo,
un florilegio autografo de composiciones escogidas por el
y reunidas bajo el titulo de FRAGMENTS LITTÉRAIRES.

Tienen presentacion perfecta, excelente papel,
pacientemente estan rayadas a lapiz sus paginas, buena caligrafia,
titulos y subtitulos con tinta encarnada, margenes espaciosos,
citas notablemente destacadas...

TODO EN ELLOS REVELA ORDEN, LIMPIEZA Y METODO.

La seleccion de poesias y prosas es eclectica y desconcertante.
Alli se agrupan autores modernos y antiguos;
paginas maestras y composiciones sin valor.
Se descubre en el florilegio el hombre autodidacta que no esta educado
en enseñanza clasica y le encanta
la brillantez del tema y la alteza de los sentimientos
por sobre la perfeccion de la forma.

Fenelon, La Martine y Chateaubriand son sus autores favoritos.
Sin ser victima del "mal del siglo", gusta de citar el epitafio
final de las tumbas campestres.

"Aqui descansa al abrigo del mundanal ruido
el que fue mucho tiempo juguete de su furor
Amó de los bosques la soledad callada
Y nido de melancolia fue su corazon"

jueves, 12 de marzo de 2009

CARTA DE LA MAMÁ DE Ntro AMADO BEATO



Su mama respondia las entusiastas cartas de Luis con otras
en las que con tono sentimental propio de la epoca
le daba consejos prudentes.
En la carta del 23 de agosto de 1892,
comunicandole sus votos onomasticos, le decia:

"Mi querido hijo: ¡Eres el ensueño de mis desvelos y el iman de mis recuerdos!


¡Que de veces pienso en ti , cuando mi alma, orante con el Señor,


sigue el impetu de mi corazon y se encumbra hasta las gradas del trono divino!.


A sus pies ruego al Señor con todo el fervor de mi alma para que derrame


sobre todos mis hijos la buenaventura y la paz que han de nesecitar en esta tierra


tan revolucionaria... se siempre humilde querido hijo mio."

Con mayor concision usa el padre del mismo lenguaje
y antepone a su dictado el de una franca profesion de fe:


"¡Dios sea glorificado y amado siempre sobre todas las cosas! "

Sarita

lunes, 9 de marzo de 2009

CARTA DEL CAPITAN MARTIN ...



La siguiente carta de felicitacion del Capitan Martin (el abuelo de Teresita)dirigida a M. Nicolas Moulin, que por su futuro matrimonio habia de ser su sobrino, nos evoca los sentimientos que ambientaban el hogar del Sr Martin:

"Alabado sea Jesucristo
Aleçon a 7 de agosto de 1838

Señor: He recibido vuestra carta la cual me certifica que, a la par de mi remesa, os ha llegado la licencia para vuestro desposorio. Gracias a Dios, una preocupacion se ha verificado, al fin, del mejor modo que me era posible; ante todo suplico con toda mi alma que nuestro divino Maestro quiera bendecir su enlace con mi amadisima sobrina y que seais tan dichosos como se puede lograr en este mundo y que, al expirar, Dios los reciba en su misericordia y los cuente en el numero de sus bienaventurados para siempre... Dad recuerdos, si gustais, a vuestros estimados padres y demas familia.
Saludandolos amistosamente...
Muy suyo en Jesus y Maria
Martin "



No hemos podido colocar fotos de Don Pedro Martin,
por lo cual pusimos a Don Luis rodeado de sus deudos

lunes, 2 de marzo de 2009

NOSTALGIA DE CELIA


Esta primera visita al monasterio, avivó en Celia la nostalgia del claustro y le hizo derramar lágrimas amargas. Así lo expresaba en una carta, años después a su hija Paulina:

"Puedo decirte que aquel día lloré todas mis lágrimas, más que cuanto había llorado en mi vida, hasta mi pobre hermana no sabía como consolarme. A pesar de todo no tuve pena de verme allí, no; al contrario, hubiera querido verme yo como ella; comparaba mi vida con la suya y se aumentaba mi llanto. En fin, durante mucho tiempo estuve en espíritu y con mi corazón en la Visitación; con frecuencia iba a ver a mi hermana y reinaba allí una serenidad y una paz que no sabría expresar.
¿Piensas, Paulina mía, tú que tanto amas a tu padre, que le revelé mi aflicción y llegué a entristecerle el día de nuestro desposorio? Pues no; él me comprendía y me consolaba cuanto podía, porque tenía aspiraciones semejantes a las mías; aun creo que nuestro recíproco sentimiento se aumentó por esto, nuestros afectos vibraban siempre al unísono y se portó siempre conmigo como un consolador y un apoyo"


martes, 3 de febrero de 2009

JUVENTUD DE LUIS



Desde niño había percibido el ritmo seductor de los desfiles militares. Conservará afición a los viajes, y estima al servicio militar. Sus padres, procuraron diligentemente su educación; desde bebé había vivido en Strasburgo, por lo que les urgía que el niño aprendiese muy bien el francés. Siete años tenía cuando su familia se radicó en Francia, al pedir el retiro el Capitán, su padre.
Luis, por inclinación personal, se hubiera dado a la carrera militar, pero su instinto de artista, que había de revelarse en sus dibujos, le inclinaba a la labor de trabajos primorosos. Se dedicaría a cincelar objetos de valor. También tomó cursos de arte mecánico de relojería.

Estos cursos los tomó entre los años 1842 y 1843., radicándose en casa de un primo hermano de su padre, en la capital de La Bretaña. Se enamoró de este lugar, de sus paisajes y la sencillez de sus costumbres.
Era excelente estudiante, crítico sobre sus trabajos, ordenado, limpio y metódico. Le fascinaba leer; sus autores preferidos fueron Fenelón, Lamartine y Chateaubriand.
Era un joven sensible, amante de la naturaleza y muy piadoso.
La relojería es un arte de aplicación que exige un largo aprendizaje y repetidas experiencias. Viajó nuevamente a Strasburgo a la casa de un amigo de su padre, Amado Mathey, que tenía un taller. Allí pudo aprender como funcionaba el reloj de la Catedral y de paso aprendía el idioma alemán. Esta permanencia duró dos años.

Antes de seguir narrando la vida de Luis, es necesario, queridos hermanitos, que conozcamos a la que Dios predestinaba para esposa de Luis Martin.

viernes, 30 de enero de 2009

MEDALLON DE BODAS .........


Este es el medallón que Luis dio a Celia durante su ceremonia de boda,
el 13 de julio de 1858.

Como un recuerdo de su matrimonio,
Luis Martin diseñó un medallón como un regalo para Celia.

En el momento en que intercambiaron sus votos,
el sacerdote bendijo el medallón.
Luis deslizó el anillo de bodas en el dedo de la mano de Celia
y en la mano derecha , a continuación, coloca el medallón ,
diciendo "Recibe el símbolo de las promesas de nuestra boda ".

En las fotografías se muestran ambos lados de la medalla original,
ahora situado en el obispado de la diócesis de Sees, en la que nació Celia.
En honor de la beatificación, el medallón se exibió en Alencon
el sábado, 18 de octubre, en el la tarde antes de la Misa pontifical
que se celebró allí en la vigilia de la Beatificación.

Parte frontal:
Luis eligió las figuras biblicas de Sara y Tobías para este recuerdo.

Y esta es la parte de atrás:
Lleva grabadas las iniciales de ambos y la fecha del desposorio


En alabanza de Cristo ...

Sarita

viernes, 23 de enero de 2009

La Familia


Los registros de bautizados en Athis-de-l'Orne del distrito de Domfront contiene desde el siglo XVI familias apellidadas Martin, señalan, desde el 2 de abril de 1692, una rama ininterrumpida de Juan Martin, rematandose con el bautismo del niño Pedro Francisco Martin , el 16 de abril de 1777.

Sus padres viven a la sombra del campanario, su tio materno y padrino del niño, en la etapa mas critica de la revolucion desafiando los "ukases" de los "jacobinos", escondio en su casa las campanas de la iglesia.

La religion al verse perseguida anidaba en lo profundo de sus almas. Pedro Martin privado desde la niñez de la liturgia, pudo en cambio, admirar el ejemplo cautivante de una fe q se resiste a morir, ese fue el bisabuelo de Teresita.

lunes, 19 de enero de 2009

HISTORIA DEL MILAGRO DE PIETRO



Pietro nació en Milán el 25 de mayo de 2002. El mismo día le fue detectada una malformación pulmonar grave, razón por la que el neonato permaneció en el hospital donde se le practicó una terapia intensiva para que pudiera respirar.

"Pronto nos dimos cuenta de que la enfermedad era muy grave. No había ninguna posibilidad de curación. Nos pidieron hacerle una radiografía pulmonar para ver qué podía ser", explica Valter.

Era necesario que se le practicara una biopsia, lo que implicaba un gran riesgo para el pequeño. Por ello los padres decidieron bautizarlo de inmediato. Fue así como le pidieron al padre Antonio Sangalli que le administrara el sacramento. El sacerdote carmelita les entregó una estampita de los esposos Martin.

"Ellos habían perdido cuatro hijos en tierna edad. Así podían ayudarnos en esa situación y en lo que el Señor nos estaba pidiendo en ese momento", dice Adele.

Los esposos Schilirò no sabían mucho de la vida de Zélie y Louis, lo poco que conocían era a través de los escritos de santa Teresita. En medio de la incertidumbre por la salud del pequeño descubrieron una "cercanía misteriosa con los esposos Martin", según confiesa Vlater.



"Nosotros nos atrevimos a pedirle al Señor aquello que llevábamos en el corazón: la curación de Pietro. El Señor nos había puesto entre las manos de los esposos Martin", testimonia la madre del pequeño.

En medio del sufrimiento, y al ver a su hijo recién nacido conectado a tantos aparatos artificiales para poder respirar, Adele y Valter entendieron que deberían preguntarle a Dios cuál era la voluntad para Pietro: "Para nosotros esto ha sido muy importante porque nos ha ayudado a mirar lo que nuestro hijo estaba viviendo. Vivía plenamente su vocación a través de lo que hacía en su sufrimiento. Participaba en la salvación de las almas con Jesús. Para nosotros éste ha sido el primer milagro", asegura Valter.

El 26 de junio Pietro sufrió una fuerte crisis respiratoria. "Los médicos nos dijeron que era cuestión de pocas horas o de cualquier día pero que de todas maneras para Pietro no había esperanza", comenta Adele.

Tras rezar varias veces la novena a los esposos Martin, el 29 de junio, día en que la Iglesia celebra la fiesta de San Pedro y San Pablo, Pietro comenzó a dar señales de mejoría. Dos semanas después el pequeño ya respiraba sin oxígeno y los médicos aseguraron que su curación era "un hecho sorprendente". Los padres se lo comunicaron al padre Antonio y fue así como el sacerdote se convirtió en el vicepostulador de la causa de beatificación de Zélie y Louis.

"Estamos verdaderamente colmados de agradecimiento. Nos sentimos sobrepasados," asegura Adele.

A lo que Valter agrega: "No es un mérito para nosotros en absoluto. Lo que le ocurrió a Pietro es algo para toda la Iglesia. De hecho, hoy estamos aquí para presentar al Papa esta reliquia, que es un signo de agradecimiento para toda la Iglesia".

Hoy Pietro es un niño normal: juega, va a la escuela y sabe muy bien que fue curado gracias al milagro de los esposos Martin.

"Todas las noches se encomienda con nosotros, en familia, a los padres Martín, rezando por las personas que nos piden sus oraciones", dice Adele.

"Reza también por el Papa y por todos nuestros queridos amigos sacerdotes, y por una gran lista de gente" agrega Valter.

Los papás de Pietro entienden muy bien lo que significa confiar en la Providencia cuando se sufre por la salud de los hijos: "Yo aconsejaría a los padres de los niños enfermos que no pierdan la esperanza de acercarse a Cristo a través de sus santos. Que se atrevan a pedir, porque el Señor es un Padre bueno. Es necesario tener esta fuerza de entender que lo que ocurre siempre es para el bien de todos", dice Valter.

"En un momento de prueba, el Señor nos pide mucho, pero si se pone la esperanza y la fe en Él, nos colmará con mucho más. Hay que pedir la conversión del propio corazón. Es la primera curación que se debe pedir siempre", señala Adele.

DIEU NOTRE PÈRE, JE TE RENDS GRACE POUR LOUIS ET ZÉLIE MARTIN. Amen!


Fuente Zenit

martes, 6 de enero de 2009

LUIS :''Este niño es un predestinado"



Luis Jose Estaninlao Martin (*), nacio el 22 de agosto de 1823,
en la calle Servandoni , de Burdeos. Sin tardanza recibio el agua del socorro, postergandose el bautismo hasta el regreso del jefe de la familia que por ese entonces militaba, en las filas del 19 ligero de expedicion de España.
De donde regreso con la crz de caballero de la Orden Militar y Real de San Luis.
(*) Luis Martin por devocion al apostol de las Indias gustara mas tarde,
agregar a sus nombres el de Javier.


El bautismo de Luis se realizo el 28 de Octubre de 1823 en la iglesia de Santa Eulalia, en la que un monumento honrara algun dia la memoria del padre de Teresita.

El arzobispo de Burdeos , Mns. d'Aviau du Bois de Sanzay, debio presentir su futuro pues dijo a los padres:


"¡Regocijense!, ¡Este niño es un predestinado!"