miércoles, 31 de agosto de 2011


Cada mañana y cada noche rezaban en familia; observaban el domingo y las fiestas de la Iglesia atentamente. Luis era un líder en la adoración nocturna de la Eucaristía. Celia, siempre la última en ir a la cama, muchas veces estaba despierta hasta casi la medianoche. Había muchas exigencias de su tiempo, pero ellos lo daban generosamente para servir a Dios y al prójimo.

sábado, 13 de agosto de 2011



Dios no tarda en satisfacer a su siervo. El 23 de junio de 1888, aquejado de accesos de arteriosclerosis que le afectan en sus facultades mentales, Luis Martin desaparece de su domicilio. Tras muchas tribulaciones, lo encuentran en Le Havre el día 27. Es el principio de una lenta e inexorable degradación física. Poco tiempo después de que Teresa tomara los hábitos, momento en que se había mostrado «tan apuesto y tan digno», es víctima de una crisis de delirio que hace necesario su internamiento en el hospital del Salvador de Caen; es una situación humillante que acepta con extraordinaria fe. Cuando consigue expresarse repite sin cesar: «Todo sea para la mayor gloria de Dios»; o también: «Nunca había sufrido una humillación en la vida, por eso necesitaba una». En mayo de 1892, cuando ya las piernas sufren de parálisis, lo devuelven a Lisieux. «¡Adiós, hasta el Cielo!», consigue decir a sus hijas con motivo de su última visita al Carmelo. Se apagará dulcemente como consecuencia de una crisis cardíaca el 29 de julio de 1894, asistido por Celina, que había demorado su entrada en el Carmelo para dedicarse a él.

lunes, 1 de agosto de 2011



Luis y Celia se dejaron llevar por los planes de Dios, renunciando generosamente a los que ellos mismos habían diseñado. Pusieron siempre su confianza en Él, y encontraron así en el matrimonio su propio camino de santificación. Camino efectivo y fecundo, pues del manantial de su amor conyugal y entrega mutua ya los planes de Dios, surgió un ambiente y un entorno de fe que alentó y vigorizó las vocaciones religiosas de sus hijas. Son un testimonio clarísimo de que la familia cristiana que está basada en el amor recíproco es el ámbito donde cada uno puede crecer y desarrollarse hasta alcanzar la santidad dando un servicio valiosísimo a la sociedad y a la Iglesia.
(fuente: Boletín Pastoral Familiar)