sábado, 16 de octubre de 2010


Catorce años después de la muerte de Celia, en una carta de 1891, la tía Celina Guerin escribía a Teresita que estaba ya en el Carmelo : “¿Qué he hecho para que Dios me haya rodeado de corazones que tanto me quieren ? No he hecho sino responder a la última mirada de una madre a la que yo amaba mucho, mucho. He creído comprender aquella mirada que nada ni nadie podrá hacerme olvidar. Está grabada en mi corazón. Desde aquel día he tratado de reemplazar a la que Dios os había dado y que os amaba tanto, pero, ¡ay !, nadie reemplazará a una madre… ! Tus padres, Teresita, son de los que se pueden llamar santos y merecen ser padres de santos.”

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