domingo, 7 de noviembre de 2010


Beato padre de Santa Teresita. En sus ojos de padre cristiano Sor Teresa aprendió a descubrir los ojos bondadosos de aquel Padre que es nuestro Padre por excelencia.

A la paternidad fuerte y tierna del Señor Martín, reflejo providencial de aquella otra paternidad de nuestro eterno papá, debe quizá la Iglesia el nacimiento de la conmovedora espiritualidad teresiana de la “infancia espiritual”.

“Qué maravilla llamar a Dios nuestro Padre y sentirnos sus hijos”, decía Teresita. Y podía decir eso porque el amor de Dios había florecido, antes, en la ternura de su padre carnal, en las caricias de sus fuertes manos, en los consejos de su voz serena, en la protección de su trabajo.

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