lunes, 17 de noviembre de 2008

HIJOS : Leonia


El 28 de enero de 1899, Leonia ingresa definitivamente en la Visitación de Caen, a la edad de 35 años.

Toma el hábito religioso el 30 de junio de 1899, recibiendo el nombre de sor Francisca Teresa. Las recomendaciones de San Francisco de Sales están presentes en su pensamiento:

«Practiquemos esas pequeñas virtudes propias de nuestra pequeñez: la paciencia, el auxilio al prójimo, el servicio, la humildad, la dulzura, la afabilidad, la tolerancia de nuestra imperfección...

Porque no son nuestras grandes obras lo que agrada a Dios, sino el amor con que las realizamos».

La salud de sor Francisca Teresa sigue siendo muy delicada, de tal modo que las erupciones de eczema le cubren en ocasiones todo el cuerpo.

Un día escribe: «El eczema me reviste de un cilicio desde la cabeza hasta los pies, con picores que me impiden conciliar el sueño, y si por desgracia me rasco, aunque sea un poco, siento verdaderas quemazones. Creo que me ocurriría lo mismo si estuviera en el purgatorio, así que ofrezco mis sufrimientos por todas las grandes causas que afectan especialmente al corazón de nuestro Pontífice y Padre bienamado (el Papa). Todos esos deseos de apostolado me ayudan, finalmente, a ser generosa».

Sufre, además, de constantes migrañas, de dermatosis en el cuero cabelludo, de uñeros, de frecuentes crisis intestinales, de reumatismo, etc.

En 1930, sor Francisca Teresa está muy grave y recibe los últimos sacramentos. «La enferma está verdaderamente en manos de Dios, y salgo totalmente edificado de la conversación que he mantenido con ella», escribe monseñor Suhard, por entonces arzobispo del lugar.

Pero, poquito a poco, consigue reponerse.

Escribe lo siguiente a Celina:

«Ya no consigo aclimatarme a esta triste tierra. Todo me resulta fastidioso y lleno de hastío; reza por esta pobre cobarde, pues en realidad es pura cobardía no querer sufrir por Dios, agraviado hoy más que nunca... Me aferro tanto como puedo a su voluntad, que amo y deseo por encima de todo, pero todos mis pobres esfuerzos resultan infructuosos y me dejan a menudo en un sufrimiento indecible».

No obstante, aquellos padecimientos van acompañados de profundas alegrías. ¡Qué enorme sorpresa cuando se entera de que están canonizando a Teresa!, y escribe: «Teresa era muy buena, ¡pero hasta el punto de canonizarla...!».

El 29 de abril de 1923, el Papa Pío XI la proclama solemnemente beata. Más tarde, el 17 de mayo de 1925, se produce la canonización. Para las grandiosas ceremonias de aquel día, se ha invitado a Roma a las cuatro hermanas Martin, pero las cuatro prefieren el silencio y la discreción del claustro.

«Soy mucho más feliz aquí que estando en Roma, escribe sor Francisca Teresa, prefiero estar en último lugar... Lo más conveniente es el silencio... Pero todo eso, gracias a Dios, lejos de deslumbrarme, me sigue produciendo nostalgia del Cielo»

No hay comentarios:

Publicar un comentario