martes, 11 de noviembre de 2008

Y Dios vió que era muy bueno....


Acompañada de su hermana mayor, Celia Guerin va una tarde a la casa de las Hermanas de la Caridad en Alengon y solicita de la Superiora ser admitida en su comunidad, pues Dios le ha dado grandísimos deseos de trabajar en las misiones. La Superiora la escucha sonriente y le dice: «Su vocación es para el mundo, Dios la quiere para formar una familia.»

Nunca hubiera Celia esperada esta salida, pero comprende que Dios le ha hablado por boca de la Superiora, y al ver que, pocos meses después, su hermana mayor es admitida como religiosa en el Convento de la Visitación, exclama: «Dios mío, ya que Tú no me quieres por esposa, como a mi hermana, para CUMPLIR TU SANTÍSIMA VOLUNTAD me casaré. Concédeme, al menos, que tenga muchos hijos y que todos ellos a Ti sean consagrados.»


Corría el año 1823. Un soldado muy cristiano, que había servido en los ejércitos de Napoleón el Grande, acababa de tener de su esposa, en Burdeos, un hermoso niño, a quien pusieron en el bautismo el nombre de Luis José Estanislao.

El capitán Martín, arrodillado, dio gracias a Dios «rezando la oración del Padrenuestro», pues tenía aquel valiente soldado una devoción grandísima por la oración dominical.

El capitán Martín, acostumbrado a repetir desde el fondo de su corazón y con toda sinceridad «Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo», daba gracias a Dios por aquel hijo que le había concedido, y se lo consagraba, para que un día fuese misionero.

Han pasado veinte años. El joven Luis Martín, llevado de su amor a la oración, sube una mañana las encumbradas cimas del Gran San Bernardo y llama a la puerta de la histórica Abadía. El Prior le acoge afablemente y le escucha con atención; pero en lugar de abrirle los brazos al punto de recibirlo en la comunidad, como el joven pretendía, le aconseja que vuelva a su hogar, al que retorna Luis, repitiendo con humildad la oración que rezaba su padre: «Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.»



Sucedió, pues, que el 13 de julio de 1858 fueron unidos en santo matrimonio, en la iglesia de Notre Dame, en Alengon, Celia Guerin con Luis Martín. Aquellas dos vocaciones frustradas dieron resultado el matrimonio de dos seres cuyo mayor deseo era EL DE TENER UN HIJO MISIONERO...

Y así, empezaron a pedir a Dios, con toda el alma, que les diera un hijo que pudiera salvar muchas almas. Y asi fue!

GLORIA A DIOS!!!

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